Tecnología al servicio de la belleza
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Nutrición

Nutricosmética: la belleza que se come

La nutricosmética es toda aquella cosmética que nutre desde el interior: por ejemplo, un ácido graso destinado…

La nutricosmética es toda aquella cosmética que nutre desde el interior: por ejemplo, un ácido graso destinado a nutrir la piel o un suplemento de colágeno que, en vez de aplicarse de forma tópica, como componente de una crema, se toma en forma de cápsula (o preparados en polvo, o compuestos bebibles) por vía oral.

En España, no estamos habituados a que la nutricosmética forme parte de nuestra rutina de belleza del día a día, sin embargo, en otros países, como Estados Unidos o Japón, donde estos productos se venden en los supermercados, sí que recurren a ella… ¡y lo llevan haciendo desde hace años!

Es importante aclarar, por un lado, que los productos de nutricosmética no son medicamentos y que, por tanto, ni previenen ni tratan ninguna enfermedad. También hay que considerar que, la nutricosmética no es algo que debamos tomarnos a la ligera: ni todos los tratamientos que le han ido bien a una amiga, nos tienen por qué ir bien a nosotras; ni tampoco debemos tomar el primer producto que veamos anunciado.

¿Qué ingredientes tiene la nutricosmética?

Si el objetivo de la cosmética es, sobre todo, preservar la belleza, el de la nutricosmética no debe ser diferente. Los productos de Nutricosmética son de origen natural y, a diferencia de sueros, cremas o mascarillas, actúan siempre desde el interior del organismo.

Los compuestos que conforman la nutricosmética son, generalmente, vitaminas A, D y E, minerales, ácidos grasos, polifenoles, extractos de plantas y antioxidantes. Estos últimos, cumplen uno de los principales objetivos de estos productos: la función antiedad.

¿Qué objetivos tiene la nutricosmética?

La principal ventaja de los nutricosméticos es que actúan en las capas más internas de la piel, encargadas de su regeneración. A estas capas, difícilmente llegan las cremas cosméticas y por ello, estos suplementos pueden ser una buena opción.

Hoy en día, y gracias a los avances en el sector de la nutricosmética, es posible encontrar multitud de productos con diversos y amplios fines y objetivos. Los más comunes son:

  • Liporreductores o anticelulíticos: que tienen el objetivo, como su propio nombre indica, de actuar directamente sobre las grasas, ya sea minimizando su absorción o actuando sobre aquellas que ya están “almacenadas” en el organismo (los cúmulos adiposos que forman la celulitis). Estos productos incluyen, generalmente, ingredientes como el té verde, la alcachofa o la L carnitina, conocidos, precisamente, por su capacidad “quemagrasas”.
  • Tratamiento facial: devolver la hidratación perdida o aportar las dosis necesarias de colágeno, elastina, coencima Q10 o ácido hialurónico, son algunos de los objetivos de la nutricosmética facial, en los que también podemos incluir el de tener una piel más luminosa o el de unificar el tono. El resveratrol extraído de las pepitas de la uva, las isoflavonas de la soja o el extracto de aceite natural (como el de onagra) son algunos de los ingredientes más comunes.
  • Solares: este tipo de tratamientos están enfocados, sobre todo, a potenciar el bronceado (conviene empezar a tomarlos, de hecho, 15 días antes de la primera exposición o después de las vacaciones, si lo que queremos es prolongar el bronceado). Si bien consumirlos, no es excusa para dejar de utilizar protección solar (porque no suplen la función de los protectores tópicos), estos productos favorecen una pigmentación sana y uniforme de la piel y también pueden reforzar las defensas cutáneas ante los efectos nocivos de las radiaciones solares. Suelen incluir vitaminas C y E y aceites que ayudan a mantener una buena hidratación.
  • Control y pérdida de peso: estos productos suelen ayudar, junto con una dieta equilibrada y ejercicio, a controlar el peso y también a perderlo (siempre funcionando como solución complementaria, nunca única). Suelen tener efecto saciante o aumentar el gasto metabólico para reducir la asimilación de grasas, por ejemplo. Sustancias como el ácido linoleico (CLA), el fucus, la creatina o el té verde, son algunas de las que se incluyen en este tipo de productos.
  • Refuerzo de pelo: hay productos específicos para mantener el buen aspecto y estado de pelo y uñas. Componentes como la vitamina C, el hierro, la biotina o el zinc, pueden prevenir la caída del cabello y hacerle recuperar su fuerza y vitalidad. Son muy comunes también para este fin, los nutricosméticos que contienen queratina.
  • Suplementos antioxidantes: son los más populares debido a sus propiedades antiedad. Este tipo de nutricosméticos deben ir acompañados de cosméticos tradicionales que complementen sus beneficios. Deben usarse, además, bajo supervisión médica o profesional, para controlar todos los detalles derivados de su uso. Además, no todos los nutricosméticos antioxidantes funcionan igual para todo el mundo, ya que las necesidades de cada persona varían muchísimo, al igual que sus circunstancias.

¿Se notan realmente los resultados?

Generalmente, los resultados de la nutricosmética son el fruto de cierta constancia en su aplicación y también de la combinación con la cosmética tradicional y hábitos de vida encaminados a conseguir nuestros objetivos. Por ejemplo: si hablamos de combatir la celulitis, además del complemento nutricosmético que tomemos, deberemos utilizar un cosmético de aplicación tópica que hidrate y alise la piel; un masaje drenante en un centro especializado y un poco de ejercicio y dieta saludable.