alimentación saludable | Bienestar
Vas a conseguir un abdomen plano sin tener que hacer ningún cambio drástico. Sólo tendrás que hacer…
Vas a conseguir un abdomen plano sin tener que hacer ningún cambio drástico. Sólo tendrás que hacer ciertos ajustes en tus hábitos diarios que conseguirán frenar la hinchazón y reducir el volumen de tu abdomen, sin restricciones alimenticias ni ejercicios o entrenamientos exhaustivos.
Cuando la postura al sentarnos o al caminar es la correcta, el estómago se recoloca y los músculos abdominales se tonifican solo poniendo la espalda recta. Verás cómo tu figura se ve mejor al instante.
Es muy importante mantener los fluidos en movimiento. La deshidratación hace que retengamos líquidos en la zona abdominal. Pueden llegar a acumularse hasta dos kilos en alrededor del abdomen si no bebemos al menos dos litros de agua al día.
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No es broma, es fundamental que en nuestra dieta haya alimentos con grandes cantidades de agua como frutas y verduras. Lo ideal sería comenzar cada comida con una sopa, ensalada o selección de tus vegetales favoritos que, además de producir una gran sensación de saciedad, aportan agua a nuestro organismo, lo que nos ayudará a eliminar toxinas.
La investigación científica ha relacionado la reducción del volumen abdominal con la ingesta de frutos secos. Estos deliciosos aperitivos son ricos en grasas saludables, por lo que suponen un picoteo sano para tu figura. Eso sí, evita tomarlos con sal y ten en cuenta que con un puñado pequeño es suficiente.
Entre sus muchos beneficios, el café es un diurético natural que contribuye a deshinchar nuestro abdomen eliminando el exceso de líquido. Además, su contenido en fibra nos ayuda a mantener el movimiento del estómago, ideal para mantener el vientre plan. Además, los minerales que contienen los lácteos que solemos combinar con el café, pueden ayudar a contrarrestar el exceso de sodio de nuestro cuerpo, que a veces produce hinchazón.
El cansancio provoca en nuestro cuerpo que aumente la producción de esteroides y de hormonas del estrés, que afectan al sistema digestivo causando estreñimiento. Además, también aumenta la producción de cortisol, una hormona que hace que acumulemos el exceso de grasa en la parte central del cuerpo a modo de defensa de los órganos vitales.